lunes, 25 de marzo de 2013

El camino de la vida


Antonio Borrero, uno de los ilustres de la Casa, y que está de enhorabuena por la incorporación al Centro de su hijo de 18 años, escribe en forma de cuento, parte de sus reflexiones:

"-Buenos días Manuel.
-Buenos días Antonio.
Este era el saludo todas las mañanas, de dos hermanos, que tenían una pequeña alfarería en un pequeño pueblo de no más de trescientos habitantes. Dicha alfarería les fue legada por su tío, enseñándoles las nociones básicas del oficio. En concreto los adiestro haciendo pucheros de barro.
Marcho su tío hacia la ciudad, para crear una empresa de cerámica y demás derivados del oficio.
Los dos hermanos dedicáronse a fabricar pucheros; la primera y única vasija que aprendieron de su tío. Al principio les iba bien económicamente. En el pequeño pueblo se corrió la voz, de que los hermanos vendían pucheros a un precio bastante asequible. Vendieron pucheros y más pucheros, hasta abastecer a todo el pueblo.
Al mes siguiente, incapacitados para hacer otros tipos de vasijas, se les acabaron los encargos, y apareció la precariedad en sus vidas.
Ya, desesperados, decidieron escribirle a su tío solicitándoles trabajo.
Al cabo de unos días, recibieron una misiva de su tío, que decía: Dentro de un mes, tendré dos puestos de trabajo, uno de aprendiz, y otro de oficial encargado. Tendréis que hacer una prueba de aptitud, para ubicaros donde os corresponda.
P.D. Si llegáis antes podéis alojaros en mi casa, puesto que yo salgo de viaje.
Los dos hermanos, ilusionados, decidieron ir a la ciudad, en el único medio de locomoción de que disponían; un par de bicicletas. Con ellas el camino a seguir, sería largo, pero tenían un mes por delante.
A la mañana siguiente, se prepararon para salir. Iban bien ataviados, con sus atillos, y sus zurrones.
Al cabo de dos días de viaje, se encontraron con una bifurcación en el camino. Manuel que era el hermano menor dijo: Vamos por el camino de la izquierda, es un camino llano y liso, y ni que decir, el más corto. Tendremos tiempo de sobra y conoceremos la ciudad.
Antonio le respondió: Yo tiraría por el camino de la derecha, es más tortuoso, con muchas pendientes, desniveles, y ni que decir mucho más largo. Pero tendremos la ventaja, de que pasaremos por varios pueblos; por si tenemos algún problema, o necesitamos algo.
Después de una larga y discutida conversación, optaron por tomar caminos diferentes.
Por supuesto, Manuel, hizo el camino en una semana, y se dedico el tiempo de espera, a conocer la ciudad, y todos sus encantos, y creyendo que, como el había llegado el primero, le darían el mejor puesto de trabajo.
Antonio, con mucho trabajo para subir y bajar pendientes, encontró el primer pueblecito. Paró para avituallarse, y descansar un poco. Por casualidad, el pueblo estaba adornado por ánforas, y otros tipos de vasijas. Pregunto a los aldeanos quién las fabricaba, y le indicaron el camino de la alfarería del pueblo.
Antonio habló con el alfarero diciéndole: Señor alfarero,¿ no le importaría a usted que me enseñara sus artes durante unos días? El buen hombre aceptó, y Antonio pasó unos días con él aprendiendo. Luego, cuando lo vio oportuno, se despidió de él, dándole las gracias, y prosiguiendo el tortuoso camino.
Al cabo de unos días de camino, encontrose un nuevo pueblo. Paró como en el anterior, para comprar provisiones. Como en el anterior pueblo, fijose en que las ventanas de las casas, estaban adornadas con macetas y jarrones. Volvió a preguntar por el alfarero que las fabricaba, e hizo lo mismo que en el pueblo anterior; pidió permiso al alfarero del pueblo, y se quedó unos días para aprender de él. Cuando vio oportuno continuó su camino, no sin darle las gracias al alfarero.
Así de pueblo en pueblo, y, de alfarero en alfarero, llego a la ciudad, empleando el mes entero de que dispuso su tío.
Después de la alegría del encuentro, el tío dispuso para que hicieran las pruebas de aptitud.
Por supuesto, Manuel, el del camino fácil y corto, fabricó un puchero. Cuando le tocó el turno a su hermano Antonio, se puso en el torno, y fabricó distintas y variadas vasijas, verdaderas obras de arte. Tantas y tan bien, que no hace falta que diga quién se quedo de oficial encargado, y quién le tocó el puesto de aprendiz.
MORALEJA: Sin un camino largo, tortuoso, y lleno de aprendizajes, y conocimientos, premiando el esfuerzo, y el interés del que lo toma, tendrás la recompensa de llegar hasta donde te propongas."

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