viernes, 23 de agosto de 2013

La Casa de la Esperanza. Mi experiencia en la Casa de Pepe Bravo - Marzo 2013

Reproducimos a continuación un magnífico artículo del escritor y músico inglés Jon Stein durante su estancia en nuestra Casa en marzo pasado. Podéis también acceder a la versión en inglés AQUÍ.

"En lo que se refiere a las vistas, la Casa de Pepe Bravo es difícil de superar. Desde la terraza de esta antigua fábrica textil, puedes contemplarlo todo hasta la costa y la ciudad de Málaga, una confusión de pequeños edificios en el horizonte. Siguiendo una serpenteante carretera a lo largo del valle hacia la Sierra de las Nieves, el ojo atraviesa campos de olivos y naranjos. Justo debajo de nosotros, al pie del pequeño pueblo de Alozaina, se levantan casas labriegas y granjas con sus sonidos y olores a cabras, cerdos, caballos y gallinas.

Una maravilla de geografía. Lo que es realmente interesante sobre CPB es lo que va por dentro. El centro es el hogar para unas 20 personas, dos tercios de las cuales son adultos en riesgo de exclusión social viviendo juntos como comunidad terapéutica. Uno o dos de los más jóvenes están aquí como respiro de determinadas situaciones familiares; otros (incluyendo un padre y su hijo de Sevilla) tratan de escapar de ambientes de droga. Otros traen trayectorias de violencia doméstica y problemas de salud mental, mientras que los pocos restantes están como equipo de trabajo y apoyo.

El Genio amable

Una foto enmarcada de un hombre con pinta de erudito, con una poblada barba y unas gafas a lo John Lennon sonríe presidiendo la larga mesa donde nos reunimos para comer. A pesar de que Pepe Bravo murió en 2010, su espíritu vive en la casa. En cada planta se evidencia su presencia y sus gustos: una exposición de antiguas máquinas de coser por la zona de la oficina; una colección de cajas de cerillas ordenadas; estanterías llenas de ejemplares de filosofía, política, literatura, historia y espiritualidad. La habitación más amplia del complejo sirve tanto de sala para banquetes como museo de la vida rural, con herramientas colgadas de la pared (algunas de más de 100 años).

Pero, ¿quién fue este destacado hombre que le ha dado nombre al proyecto? Pepe Bravo nació en 1942 en Alozaina. Creció en Málaga, a donde su madre llevó a la familia tras la repentina muerte de su marido.Sobresalió en todo tipo de trabajo mecánico y acabó trabajando para distintas cooperativas andaluzas desde su taller en la ciudad. A pesar de ello, dentro de su cuerpo de ingeniero latía el corazón de un visionario social.

Al final de los 70, Pepe Bravo se mudó de vuelta a Alozaina y creó una cooperativa textil para las mujeres del pueblo. Tras un notable éxito en la manufactura de ropa, contando entre sus clientes con El Corte Inglés y Zara entre otros, llegaron tiempos difíciles para la empresa. Ya había dado, sin embargo, un elemento social, cultural y educativo a la empresa; con la ayuda de sus 3 hijas, Pepe había creado las bases para una comunidad que combinaba "casa de acogida" con trabajo terapéutico, todo ello relacionado con actividades artesanales típicamente andaluzas (cerámica, carpintería, ferralla, cuero...)

El toque femenino

Cuando Mariló Cejudo, onubense, llegó en 2004, ella ya había trabajado en un proyecto en Granada con objetivos similares. Con la creación en 2007 de una nueva empresa social (Arte de mis Manos, Al-Andalus) un nuevo capítulo empezó en la historia de la Casa. Dentro del trabajo a realizar estuvo el restablecimiento de relaciones con la gente del Ayuntamiento de Alozaina que no siempre habían sido partidarios de una comunidad de personas marginadas en su municipio. Afortunadamente, esto se consiguió cuando el proyecto fue recompensado con el derecho a gestionar el catering para la Feria anual de Verano.

Ahora la Casa se ha asentado, y el reto es mantenerla y desarrollarla aún más. El proyecto en su conjunto depende de donaciones y voluntarios, aunque hay algunos ingresos puntuales. Uno de ellos es la tienda de artesanía que muestra no sólo el trabajo de los residentes, sino el de artistas profesionales que han encontrado un hogar bajo el paraguas de Pepe Bravo.

Pascual Cozar es un habilidoso alfarero y ceramista que vive con su familia en el complejo.La alfarería opera como una empresa autónoma, aunque ofreciendo también espacio para los residentes y visitantes, que vienen y juegan con barro. Bajo la amable supervisión de Pascual, hice un par de porta-velas durante mi estancia, así como un azulejo pintado a mano.

Álvaro Alcón, por su parte, es un ingeniero que ha desarrollado un deshidratador solar en la terraza. Su impresionante máquina puede secar, y por lo tanto conservar, grandes cantidades de fruta y verdura que de otra forma se desperdiciarían. "Espero que seamos capaces de generar ingresos para la Casa, así como crear lazos con los agricultores locales", dice Álvaro.

Mariló dice que esta conexión entre la Casa y el exterior es la clave para su salud futura. "Básicamente somos una empresa privada, y como elr esto de la gente en España, estamos padeciendo la crisis". Actualmente hay planes para desarrollar un restaurante(café que abrirá los fines de semana. Asímismo, el proyecto se plantea compartir sus amplias instalaciones para eventos de visitantes, sean adultos o niños.

Mi experiencia

La Casa puede presumir de un amplio abanico de equipamientos, incluyendo dormitorios con duchas y baños, un precioso jardín con piscina, un gimnasio, varias zonas para comer con hornos de leña, y una cocina de catering completamente equipada. Los invitados suelen pernoctar en una zona anexa y pueden elegir hasta qué punto desean involucrarse con el trabajo habitual de la Casa. Durante mi visita de dos semanas, tuve mi propia habitación (con baño) y compartí almuerzo diario en el comedor comunitario. Conocí a la mayoría de los residentes y en todo momento me sentí seguro y muy cómodo con ellos.

En resumen, vine a Casa Pepe Bravo como un visitante casual, fui tratado como un huésped de honor, y dejé amigos para toda la vida."