martes, 29 de octubre de 2013

La estrella de Fifi

Hace unos tres años participamos en un programa de cooperación transfronteriza, organizado por la diputación de Málaga, por el cual se organizó una exposición de trabajos artesanales realizados por mujeres de ambas orillas del Mediterráneo, es decir el norte de Marruecos y Málaga. Resultó que en esta exposición, conocimos a Rahma, la madre de Kaiss, uno de los jóvenes que viven en casa. Y en aquel encuentro hablamos de la posibilidad de establecer lazos de cooperación entre las asociaciones de mujeres si éstas se pudieran constituir.
Y efectivamente, esta idea fue tomando cuerpo a través del tiempo. En a asociación de mujeres artesanas de Málaga AMAM se gestó en el viaje de vuelta y unos meses después se constituyó legalmente. Tres años después, Rahma tras muchos esfuerzos crea otra de las mismas características en Marruecos: “La estrella de Fifi”, impulsada también por las palabras que un día su padre le transmitiera.
Efectivamente, sus padres vivían en Fifi, un pueblo marroquí, perdido en la montaña al sur de Chefchaouen. Hace no mucho, su padre la mandó llamar para decirle que iba a morir ese mismo día y comunicarle que su casa de Fifi se constituiría en su comida y en la de todo su pueblo. Después de aquel comunicado falleció ante el asombro de todos.
Este fin de semana pasado hemos viajado hasta Marruecos, y no solamente hemos tenido en nuestras manos la documentación referente a esta asociación, sino que también hemos viajado hasta Fifi. El resultado: nuestro compromiso de apoyar esta iniciativa para que realmente sea un proyecto de ayuda a la mujer rural de este pueblo, y también como no, un proyecto de autoayuda para todos aquellos que quieran participar del mismo.
A veces cuando las experiencias son tan intensas, resulta muy difícil describir con palabras las vivencias que se han tenido en el viaje.
¿Cómo describir la fuerza de una mujer marroquí que va a llevar a cabo un proyecto social para promocionar a las mujeres rurales cuando ni siquiera pueden salir de sus casas?
¿Cómo sensibilizar de la importancia de este proyecto hablando por ejemplo del aceite que tomamos mojando el pan en aquel extraordinario patio, y que fue extraído del molino que movió esta mujer con su mula dando vueltas sobre la piedra?
¿Cómo invitar en un mundo de comodidades a pasar algunos días en esta casa de Fifi, cuando las habitaciones tienen el suelo y techo construidos con las cacas de las vacas. ¡que por cierto dan un resultado estupendo contra las inclemencias del tiempo!, y un colchón sobre alfombras colocadas en el suelo por camas. 
¿Resultará convincente visitar un pueblo que hasta hace pocos años tan sólo se podía acceder con mulas o caballos, y que ahora tiene una serpenteante carretera por la que no se puede circular a más de treinta kilómetros por hora, en un paraje inigualable?
¿Cómo se comportará el pueblo cuando al parecer fuimos uno de los primeros europeos en llegar hasta él?.
Tras un breve recorrido por el mismo tuvimos que entrar rápidamente en la casa ante las miradas inquisitivas de los hombres que se encontraban en sus calles. Recordaba entonces los años 60 de Málaga con las llegadas de las Noruegas…. Acaso no sería parecido?. Y luego el alcalde como se comprometió a poner los medios necesarios para que el pueblo fuera evolucionando hacia la acogida de extranjeros.
¿Cómo decir no a su ilusión y entrega por compartir sus trajes de novias, joyas y abalorios?, o a sus bordados, pinturas, manualidades que con tanta afán sacaban de sus cajones, armarios…. para que pudiéramos comprobar el arte de sus manos?
Existen tantos cómos y porqué tan alejados de la lógica……, pero a la vez hay tanta fuerza y coherencia en este proyecto; que de ninguna de las maneras podemos decir que no ante la posibilidad de ayuda que claman.
Cuando hablo de lógica os podría describir cómo tres pájaros blancos al ir por la carretera que ascendía para llegar a Fifi, se situaron justamente delante del taxi en el que viajábamos. Y por increíble que parezca nos acompañaron cerca de un kilómetro sobrevolando la carretera  a tan sólo unos cincuenta cm del suelo por delante de nosotros. Era increíble ver cómo tomaban las curvas una tras otra mientras que nos precedían en una especie de cortejo ante nuestra incredulidad y asombro.
Ya de vuelta en Rio Martil (Tetouan), y en el salón de su casa, Rahma, me traducía al español los objetivos de esta asociación: 

  • Enseñar a los analfabetos.
  • Enseñar un oficio.
  • Promoción de la salud.
  • Cuidar el medio ambiente, y utilizar el reciclaje.
  • Acompañar a la mujer en proyectos y oficios.
  • Ayudar a la gente mayor, mujeres viudas y divorciadas.
  • Apoyo escolar.
  • Siembra de plantas medicinales y flores para extraer esencias.
  • Apoyo a la agricultura y ganadería tradicional.
  • Elaboración de miel.
  • Promoción de turismo rural con personas de otras culturas organizando excursiones por el territorio marroquí rural.
  • Colaboración con otras asociaciones.
  • Recuperación de la tradición del pueblo.
  • Enseñar el español.

Ya de regreso en la casa de Alozaina, una idea clara se iba forjando: Firmar un protocolo de colaboración que sirviera de compromiso a ambas partes y un deseo de  volver en la próxima  primavera, invitando a todas aquellas personas que quieran participar de este proyecto.